RECETA 100% ASTURIANA
Las fabes con almejas o “Fabes con amasueles” es un
plato mundialmente conocido, los asturianos han sabido colocar en el
mapa un plato lleno de sabor a mar, pero con la mejores fabes, las de su
tierra. Si vas a Asturias y no pruebas una fabada asturiana o esta
receta, no te dejarán volver.
Los
cocineros asturianos que basan su cocina creativa en la que han mamado
en casa de sus madres apuestan por esta receta. Un plato
típico de la cocina asturiana en el que los principales ingredientes son
las alubias (fabes) y las almejas (amasueles), mezcladas sabiamente en
un pote que según los puristas debe ser de barro.
Aunque no lo
parezca es un plato de invención reciente, del siglo pasado, y dicen que
se inventó en un restaurante ovetense para celebrar unas jornadas
gastronómicas. En Llanes celebran
“las Jornadas gastronómicas de Fabada, fabes y verdinas”, y este año podemos disfrutar de la
I Ruta de la Fabada en Madrid (del 16 de enero al 1 de febrero de 2015), no dejéis de ir a degustar las mejores fabadas de Madrid.
Receta
Ponemos las judías a remojo el día antes, pero ya en agua mineral baja en calcio.
Después, se llevan al fuego en la olla exprés, bien cubiertas de agua
mineral, con media cebolla cruda, una hoja de laurel y un puñado de sal.
Se dejan cocer un cuarto de hora.
Mientras se enfría la olla, hacemos el sofrito con los ajitos picados
y la cebolla casi diminuta. No le viene nada mal añadir un puerro.
Cuando tenga color, añadimos la cucharada de pimentón (fuera del fuego),
damos un ligero hervor, añadimos la salsa de tomate, otro hevor, y a la
cazuela.
Debemos terminar ya la cocción a ojo, hasta que les fabes estén
blandas, pero sin romperse, porque aquí es donde viene la jugada.
Cuando veamos que ya está casi listo, añadimos las almejas y retiramos.
Con ese calor residual ya se abren pero no se cuecen, quedan enteras y
deliciosas, pero es durante la fase del enfriado cuando se conjugarán los
sabores, haciendo el milagro de "Les Fabes con Almejes".
Para servir, se recalientan sin miramientos y se mantiene la pota al amor del hogar, para poder repetir siete u ocho veces.
Al contrario de la fabada, este plato sí admite un vino
tinto, pero no de reserva, claro, porque ya saben que el pimentón es un
verdugo del bouquet.
Además conviene que esté bien fresquito porque, las fabes no dejan de ser fabes, y entre plato y plato,
se agradece un buen trago fresquito.